La vida de Guillermo Farel. Capítulo 3: Un niño sin Biblia

 

farelEn este capítulo, F. Bevan, nos narra el cómo Farel creció sin educación cristiana alguna y que todo lo que recibía como venido de Dios, eran las fábulas de los sacerdotes de aquel tiempo. Le decían acerca de los santos, de los ángeles y de los clérigos cosas absurdas que antes de llevarle a Dios, le alejaban más de Él. Nacido en 1489 Farel creció en el valle del Delfinado, específicamente en Les Farelles, Francia, junto a sus hermanos y padres, quienes creían todo lo que el sacerdote les decía, y si era salido de la boca del Papa lo tomaban como divino. La orden misma de aplastar a los Waldenenses (Valdenenses, por adherirse a las enseñanzas de Pedro Valdo) por parte del “Vicario de Cristo”  era tomada en aquel tiempo como un acto que debía ser ejecutado en nombre de Dios. En el año del nacimiento de Farel, se dio una gran persecución en el Delfinado hacia estos hombres por orden de Inocencio VIII. Ante estos horribles actos, la familia Farel permanecía indiferente ya que habían escuchado de los sacerdotes que aquellos seres eran “brujos y hechiceros” y que todo el mal que venía sobre el Delfinado era por causa de los “herejes”.

Farel aprendió a leer, pero no la Biblia, era un “libro que ni él, ni sus padres habían visto jamás”. La ausencia de la Palabra de Dios marcó su niñez, los cuentos acerca de San Francisco (1) eran tan absurdos como lo son hoy las apariciones de piedras y polvo de oro en el movimiento carismático, pero que aún así la gente cree. Era pues, la ausencia de las Escrituras lo que tenía en ese hoyo a Guillermo, a Francia y al mundo en la Edad Media.

Años más tarde y ya entrado en la labor evangelística Farel escribió acerca de su desgracia:

“Cuando pienso en lo que he sido yo mismo, me  lleno de horror, recordando el culto, las oraciones, y los servicios que ofrecí a las cruces”

Y acerca de la Escritura escribe:

“La Escritura es muy segura, y no dice nada sino aquello que es verdad y lo que todos deben recibir y sostener firmemente, pero la cosa más sencilla, que no pueda ser probada por la Escritura, no tiene peso, ni lugar, ni autoridad en el culto y servicio de Dios…Allí debemos hallar lo que Cristo dijo realmente, y conforme a eso debemos sostenernos firmes, creyéndolo y haciéndolo, sin añadirlo o disminuirlo, ni torcerlo de un lado para el otro…” (Énfasis míos)

Que bueno sería, dice Bevan, si todo el pueblo que se llama cristiano hubiese andado según esta regla.

 

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(1) Se decía de San Francisco que una vez  había charlado con un lobo para que éste no comiera más gente y que pudo llegar a un acuerdo con el “hermano lobo” prometiéndole sustento a cambio de la “palabra del lobo”  de no dar más calamidades a la ciudad. Esta historia fantástica se puede encontrar bajo el título “San Francisco y el lobo de Gubbio. Cómo San Francisco amansó, por virtud divina, un lobo ferocísimo”. Esto, era lo que Farel recibía como venido de Dios, ahora, también se puede encontrar la “guía profética” de Rony Chávez como una de estas historietas, que desgraciadamente las personas están creyendo como venida de Dios. 

 

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